Fuentes digitales

A pesar de que los últimos años han visto un renacer del vinilo entre los audiófilo, las fuentes digitales son de todo punto inesquivables. Veamos cuáles son las más importantes:

-Transportes y lectores de CD y SACD
-DACs
-Ordenador (Mac o PC)
-Pasarelas digitales
-Dispositivos multimedia

1. PRINCIPALES FORMATOS DIGITALES

El punto de partida es el CD-A o CD de audio (los CDs originales que pueden comprarse en cualquier tienda). Sigue el protocolo del llamado Red Book o Libro Rojo. Fue lanzado en 1982 y posiblemente sea el último formato físico, próximo a su desaparición. Según establecía el Red Book, el CD-A ofrece dos canales (estéreo), con 16 bits y 44Khz de frecuencia de muestreo por canal. Ese es su límite, que según muchos comprende sobradamente todo el rango audible por el oído humano. Es, sin duda, el formato físico más popular, y el punto de partida de la mayoría de compresiones de audio. Se fabrican por impresión física de pequeños surcos o pits. El haz de luz del lector interpreta las reflexiones sobre la superficie del CD y su DAC las convierte en señal analógica.

El CD-R (el que alguna vez hemos grabado en casa) es similar al CD-A (el original) pero no idéntico. Contiene la misma información (salvo errores de lectura/escritura a menudo insignificantes), pero no contiene surcos impresos sino una superficie alterada mediante el calor del grabador. Este es un aspecto importante porque los primeros lectores de CD, y algunos actuales clasificados como audiófilos, son incapaces de leer CD-R, por lo que conviene leer bien las especificaciones de lector antes de comprarlo. Es más: hemos comprobado que algunos lectores que aceptan CD-R suelen fallar a veces con este tipo de discos, pues la lectura no es exactamente igual que la de un CD-A. Por ello, también es aconsejable buscar opiniones de otros usuarios o probar nosotros mismos el lector para cerciorarnos de que nos servirá para lo que queremos.

Al margen de esto, una manera de evitar errores de lectura de CD-R consiste en grabarlos bien: a la velocidad más lenta posible, en soportes de calidad (Verbatim, o mejor Taiyo Yuden o con imprimación de oro), y en buenas condiciones de conservación, evitando en especial el calor excesivo, la luz y la humedad. Un CD bien grabado puede durar muchos años y sonar exactamente igual que un CD-A, según nuestra experiencia.

El CD de Súper Audio (SACD) viene a ser un DVD con información de audio. Puede ser estéreo o multicanal. Como este blog se centra en el audio estéreo, obviaremos el segundo. Algunos discos híbridos son, a la vez, CD-A y SACD, para que puedan reproducirse en cualquier lector. Debido a que puede contener mucha más información que un CD, el SACD tiene una mayor frecuencia de muestreo (2800Khz) y mayor rango dinámico. Por desgracia, es un formato muy minoritario y hay poca oferta disponible. Muchos audiófilos (entre ellos, algunos de nosotros) sostienen que el SACD presenta un sonido más diáfano, más espacioso y más ambiental que el CD. Otros, en cambio, afirman que no hay diferencias audibles entre ambos.

Formatos de compresión audiófila (sin pérdidas): contienen la misma información que un CD, pero en menos espacio. Los más conocidos son WAV (que no permite etiquetados), APE, FLAC y Apple Losless (que sí permiten etiquetado). Algunos aficionados comprimen sus vinilos en estos formatos con una resolución de 16 o 24 bits y 96 o 192 Khz. Algunas empresas empiezan a comercializar copias de másters originales en estos formatos y a estas resoluciones, aunque a veces sobrevuela la duda sobre la procedencia de estos archivos presuntamente audiófilos. Según algunos, la calidad extra de estos formatos no es audible por el oído humano. Otros, en cambio, son capaces de distinguirlos incluso en un iPod.

Formatos de compresión con pérdidas: los más populares son MP3 (el más extendido, pero el de peor calidad) y AAC (formato de Apple que puede ser libre o protegido contra copia). Permiten, como máximo, una resolución de 44Khz y 320 kbps (frente a los 1411 del CD o los formatos de compresión audiófila). Muchos consideran que un MP3 y un AAC son indistinguibles de un CD a partir de 192kbps y 128 kbps, respectivamente.

2. TRANSPORTES Y LECTORES DE CD/SACD

Usualmente, se considera que un transporte es aquel mecanismo que solo realiza la lectura y decodificación de los datos, pero no los convierte en señal analógica. Hay aparatos que funcionan exclusivamente como transportes de CD, ya que carecen de DAC o conversor; en realidad, cualquier lector que disponga de salida digital puede realizar esta función, y dejar la conversión a analógico en manos de un DAC externo. Aquí hablamos de lectores de CD/SACD, pero en realidad cualquier aparato que lea o procese los datos sin convertirlos en analógico es un transporte digital: un lector de CD, uno de DVD, un ordenador, un disco duro multimedia, una pasarela digital... Siempre, insistimos, en que disponga de salida digital y la señal sea convertida externamente.

Transporte de CD (sin DAC interno)


La mayoría de dispositivos, sin embargo, dispone de su propio DAC interno, independientemente de que también cuente con salida digital para mejorar el sonido con un conversor externo a gusto del usuario.

Los lectores de SACD solo son recomendables si el aficionado tiene una colección de ellos; en caso contrario, si va a comprarlo pensado que ofrecerá mejor calidad de sonido para sus CDs, es mejor que elija un lector de CD, que será más barato y le ofrecerá la misma calidad de sonido para este formato.

Lector de SACD


Es difícil saber, a simple vista, si un lector está diseñado con inteligencia y ofrece un sonido solvente (al margen de que nos guste o no). De poco sirve leer las especificaciones técnicas, que nos dicen poca cosa sobre el sonido real del lector. Hay, sin embargo, varios indicios. Los fabricantes más serios suelen cuidar los acabados importantes (tomas de conexión de calidad, sólidas, salidas digitales bien implementadas), y suelen incluir funciones para optimizar el sonido (desconexión de la pantalla, desconexión de las salidas digitales). La solidez de la carcasa y de la bandeja no es indicio de buen sonido, pero sí de que el aparato puede aguantar muchos años. Aunque no es lo más frecuente, es recomendable la bandeja abatible en lugar de la extraíble, ya que el mecanizado de la bandeja es lo primero que suele fallar con los años. Los lectores de Rega, por ejemplo, son espléndidos e incluyen este mecanismo a prueba de fallos. También es útil que el lector ofrezca información de texto (CD-TEXT), y es conveniente grabar los discos con esta opción. Por supuesto, debe ser totalmente silencioso, sin que podamos percibir ningún zumbido cuando está encendido o en marcha.

Más allá de estas funciones, la calidad de un lector de CD depende de muchos factores. A menudo se considera que el corazón de un buen lector es su DAC, y muchos aficionados se obsesionan con determinados modelos de un fabricante concreto. A nuestro entender, lo más importante es que el ingeniero haya escogido el DAC apropiado para encajar en el diseño del lector. Seguramente es más determinante la circuitería que se encarga de tratar la señal ya convertida, así como las fuentes de alimentación internas que mantienen la señal hasta su salida. El componente DAC, dentro de un lector, suele ser relativamente barato; la circuitería y la alimentación marcarán la diferencia.

Lector de CD con bandeja abatible


3. DAC EXTERNO


Aunque existen desde hace muchos años, la progresiva marginación de los formatos físicos ha dado un impulso sensacional al diseño, fabricación y venta de DACs, encargados de convertir la señal digital en impulsos eléctricos analógicos, que luego un amplificador potenciará. Insistimos en que cualquier aparato de audio y vídeo (un DVD, una TV, un disco duro multimedia) incorpora un DAC interno, pero a menudo la conversión que realizan estos aparatos es francamente mejorable.

Creemos que, en la actualidad, todo equipo HiFi con perspectivas de futuro debe contar con un DAC externo solvente y flexible. Este último punto es crucial, ya que un buen DAC puede arreglar los desaguisados sonoros de cualquier fuente con salida digital. Por otra parte, un DAC con muchas entradas nos permitirá ampliar el equipo en el futuro y centralizar todas las fuentes en un único dispositivo. Muchos usuarios, en efecto, tienen su equipo en el salón de su casa. Un DAC bien diseñado puede servir para convertir el sonido del DVD o BluRay, la TV, el lector de CD, un disco duro multimedia, un dispositivo de Streamer y un dock para dispositivos portátiles, tipo iPod. Por ello, recomendamos elegir un DAC con al menos cuatro entradas digitales (coaxial y TosLink), y una entrada USB en caso de que tengamos el ordenador muy cerca. Sabemos por experiencia que un DAC puede quedarse corto antes de lo previsto, pues tras su compra incorporamos nuevos aparatos de audio/vídeo que ya no tienen cabida en las entradas del conversor. Por otra parte, si el DAC va a convertirse en el meollo de nuestro sistema, es recomendable que tenga mando a distancia, aunque por desgracia son pocos los fabricantes que a día de hoy lo incluyen.

Algunos DACs incorporan control de volumen digital, por lo que pueden funcionar como preamplificadores; otros incluyen una salida de auriculares, más o menos cuidada; pero los que más nos han gustado son los que permiten al aficionado escoger entre varios filtros de sonido, para adaptar en lo posible el DAC a sus gustos, a su equipo o a su sala. Algunos fabricantes, como Harman Kardon, Audiolab, Cambridge Audio, Meier Audio o Musical Fidelity, comercializan DACs con varios filtros para obtener un sonido dinámico, relajado, con sabor analógico, etc. Algunos de ellos, además, son a la vez lector de CD, por lo que su polivalencia es excelente (HK, Audiolab, MF). Nuestra opinión, sin embargo, es que la verdadera utilidad de un DAC llegará el día en que permitan grabar en ellos nuestros propios filtros, adaptados a nuestros gustos y nuestras necesidades, a modo de actualización de firmware desde nuestro ordenador. Todo se andará.

Como en el caso de los lectores de CD, el sonido de un DAC externo no depende tanto del conversor escogido como del diseño inteligente de la circuitería y de la alimentación interna.

DAC con excelente conectividad (1 AES, 2 coaxiales, 2 TosLink, 1 USB)


4. ORDENADOR

Son muchos los que ya hace tiempo prescindieron de los soportes físicos y basan su discoteca musical en un ordenador. Para sacarle el máximo partido, es necesaria una buena tarjeta de sonido (interna o externa), o bien un DAC con entrada USB o un adaptador (por ejemplo, un HiFace). Sin embargo, a no ser que sea imprescindible, no nos parece una buena idea que el ordenador comparta espacio con el equipo HiFi. Particularmente nos molesta tener que depender de una pantalla (de ordenador o de TV) para escuchar música, y conocemos a muchos que comparten nuestra opinión. Por otra parte, un ordenador suele ser fuente de ruidos debido a sus ventiladores. En teoría, deberíamos exigirle a nuestra fuente digital el mismo silencio que le exigimos a DAC o un lector de CD. Si no hay más remedio, una solución excelente es el MacMini de Apple, que está considerado uno de los ordenadores más silenciosos del mercado, o bien un Barebone, un ordenador de bajo rendimiento que no precisa de ventilador.

Salvo estas excepciones, cada vez son más los que optan por separar el ordenador del equipo HiFi. En este caso, el ordenador permanece encendido en una habitación distinta, y accedemos a él por WiFi o cable Ethernet desde otra. Para ello utilizamos una pasarela digital, de la que hablaremos enseguida.

Son muchos los aficionados que configuran con mucho cuidado su ordenador para que dé la mejor información posible de sus archivos musicales. Escogen reproductores de calidad (Foobar2000, IRiver u otros similares), configuran la salida de audio mediante ASIO o WASAPI y realizan otros ajustes, a veces algo complejos para los iniciados. Uno de los problemas más frecuentes al conectar el equipo físicamente al ordenador es el ruido residual de la alimentación del PC o Mac, amén del jitter (fluctuación de onda) o la limitación de muchas tomas USB, que suelen aceptar como máximo 16 bits y 44Khz. Muchos de estos problemas desaparecen cuando el ordenador envía los datos por la red doméstica (Ethernet o WiFi), pues en este caso la información viaja en paquetes que son aceptados o rechazados por el receptor, sin que haya problemas de fluctuación temporal o jitter en los datos. De ambos, es preferible la conexión por cable Ethernet, más rápida, fiable y constante que la transmisión sin cables. Además, la Wifi suele estar sometida a interferencias de todo tipo, lo que puede conllevar cortes indeseados en el flujo de datos. Por suerte, estos problemas no suelen afectar a los archivos de música, que no contienen ni de lejos la información de un archivo de vídeo.

MacMini de Apple, excelente para la reproducción multimedia por su silencio, rapidez, discreción y conectividad


5. PASARELA DIGITAL

Una pasarela digital es un dispositivo que hace de intermediario entre el ordenador y nuestro equipo de música. Es, sin lugar a dudas, la mejor manera de disfrutar de la música comprimida sin molestias ni distracciones innecesarias.

Cuando nuestra música está alojada en un ordenador o un NAS alejados del lugar de escucha, necesitamos que algún aparato situado junto a nosotros reciba la información a través de la red doméstica (cable Ethernet o Wifi), decodifique los formatos de audio y envíe esa información al amplificador o al DAC mediante cableado específico. El dispositivo que sirve de pasarela, pues, debe tener conexión Ethernet o WiFi (en este caso, para música es suficiente con Wifi-g, aunque no está de más que cuente con Wifi-n, más potente y estable), y suele incorporar su propio DAC interno y salidas analógicas, aunque también suele incorporar una salida digital por si queremos que sea un DAC externo quien convierta los datos musicales.

Existen dispositivos de todo tipo que pueden ejercer esta función. Uno de los mejores es Sonos, pero es excesivamente caro para nuestro gusto. Preferimos los productos Squeezebox de Logitech, que han tenido un gran éxito entre los consumidores audiófilos. Este dispositivo tiene la ventaja de que acepta gran cantidad de formatos y permite ver la información de los discos (incluidas las portadas) sin necesidad de un monitor o televisor. Además, cuenta con un DAC interno de calidad más que aceptable. Si tenemos un televisor cerca y queremos utilizarlo, nos servirá cualquier servidor multimedia; por su excelente precio, su amplia aceptación de formatos y su cobertura para Wifi-N, nos ha gustado especialmente el LG DP1W, aunque hay que advertir que es un producto muy barato y no podremos quejarnos si presenta fallos puntuales. Algunos fabricantes de HiFi se han apuntado a la moda de los servidores musicales; entre ellos destacan por su precio Teac, Marantz y Cambridge Audio.

Pasarela digital de música Squeezebox Touch


6. DISPOSITIVOS MULTIMEDIA

Otra opción, tal vez menos versátil que la anterior, consiste en emplear un disco duro multimedia como fuente de audio. Tiene la ventaja de que no dependemos de un ordenador externo ni es necesario conectarse a la red doméstica, pero es menos flexible que una pasarela enlazada con un ordenador, y para el nivel de precios en que nos movemos es imprescindible contar con un monitor o una televisión. Además, si almacenamos música sin compresión puede que el disco se nos quede pequeño, y además hacer copias de seguridad regulares en un ordenador u otros discos puede exigir una cierta disciplina. Otro problema añadido es que la mayoría de discos duros multimedia cuentan con DACs internos bastante mejorables, por lo que se hace necesario un DAC para disfrutar de la música con verdadera calidad. Algunos discos duros, finalmente, pueden ser ligeramente ruidosos durante la lectura de los datos, pero este inconveniente dependerá de su proximidad y de la sensibilidad del oyente.

Dispositivo multimedia


7. DIFERENCIAS ENTRE FUENTES DIGITALES

Dejamos para el final algunas reflexiones sobre la calidad del sonido de las fuentes digitales. Como sucede en tantos aspectos de la HiFi, este no escapa a las polémicas. Mientras algunos aficionados sostienen que no existen diferencias audibles entre fuentes digitales (lectores, DACs, players de ordenador...), otros afirman que las diferencias pueden llegar a ser dramáticas. Los primeros prefieren reproductores duraderos, con funciones variadas y buena conectividad, mientras que los segundos están dispuestos a sacrificar alguno de estos aspectos en mor de una mayor calidad de sonido. Por fortuna, una gran mayoría piensa que existen diferencias, pero que pueden ser tan sutiles que a menudo no justifican el desembolso de grandes cantidades de dinero. Nosotros, en general, nos alineamos entre estos últimos: creemos en las diferencias sutiles, pero solo si hay que pagar un precio razonable para disfrutarlas.

Hemos podido experimentar diferencias muy sutiles entre lectores de CD. Creemos que en general todos rinden el mismo nivel de detalle, pero que se diferencian en que mientras unos hacen audibles esos detalles (gracias a una sabia circuitería, a un DAC bien implementado y a conexiones y alimentación de calidad), otros no son tan capaces de ponerlos de relieve. Por eso algunos lectores pueden parecer más velados que otros. Esa es, como decimos, nuestra impresión personalísima. También hemos podido experimentar cómo ciertas fuentes privilegian un rango de frecuencias (agudos, medios, graves), mientas que otras mantienen un determinado equilibrio entre ellas. Estas diferencias suelen ser de matiz, un matiz que puede ser importante si uno es un poco quisquilloso con el sonido y un poco obsesivo con sus hábitos de escucha.

Con los DACs sucede otro tanto. Hemos coincidido con muchos usuarios, después de haber escuchado algún conversor, en que algunos aparatos consiguen unos bajos más sólidos, mientras que otros tienden a privilegiar el brillo. Unos hacen que los detalles sean más audibles, mientras que otros funcionan maravillosamente con música sencilla pero se las ven y se las desean cuando el tejido musical es especialmente complejo. Una prueba que no nos suele fallar consiste en lo siguiente. Todos hemos escuchado alguna vez una canción o un disco donde era difícil entender al cantante, o porque su tono se situaba en el rango de los instrumentos, o por el bajo volumen de la voz o por cualquier otro motivo. Es frecuente que esa voz que apenas se entendía en un lector o DAC esté bastante más perfilada en otro, y que haciendo un esfuerzo pueda llegar a comprenderse lo que en otra fuente apenas se seguía con claridad. Esto, insistimos, nos ha pasado más de una vez.

Todas las fuentes digitales están afectadas por el fenómeno del jitter. Existe la creencia de que la información digital está formada por ceros y unos, como si fuera una realidad abstracta, inmutable e inequívoca, sub specie aeternitatis. Pensamos, por ejemplo, que un ordenador siempre entiende la información sin pérdida de datos. Cuando abrimos un documento de Word, por ejemplo, todo está como lo dejamos: todas las letras, las cursivas, los espaciados, los márgenes, están exactamente donde los dejamos, con absoluta exactitud. ¿Por qué la información musical, también formada por ceros y unos, habría de ser diferente?

En realidad, los ceros y unos son una metáfora que se emplea para hablar de ondas e impulsos eléctricos. La información digital es física y, como tal, está sujeta a degradación y error. Lo que sucede es que, en un documento de Word, por ejemplo, se emplea redundancia de datos para salvar los errores. El resultado final o es correcto o es inaceptable. Lo mismo sucede cuando grabamos datos en un CD-ROM. En cambio, cuando enviamos una señal digital a un DAC o se procede a la lectura de un CD-A, los datos son enviados sin redundancia y el DAC los acepta tal cual, lleguen como lleguen. Esos datos se transmiten en forma de onda, y es frecuente que haya retrasos en el envío de la señal. Esos retrasos o fluctuaciones constituyen el jitter. Que estos desajustes o retrasos sean mayores o menores dependerán de la calidad del reloj (clock) que incorporan estos mecanismos digitales. Hay que advertir que siempre se produce jitter, y que lo hace en todas las etapas: antes, durante y después de la conversión. Quizá por ello algunos afirman que el sonido puede cambiar entre un transporte y otro (antes de la conversión a analógico), que hay DACs que saben rechazar el jitter entrante y que tras la conversión también puede haber diferencias de sonido dentro del propio DAC. Es sabido que muchos aficionados prefieren, en igualdad de condiciones, escuchar una pista en CD en lugar de hacerlo mediante el ordenador o una pasarela digital, aunque la pista quemada en el disco y la contenida en el ordenador sean exactamente la misma. Otros incluso prefieren la conexión Ethernet a la WiFi, no porque haya cortes en las pistas, sino porque según afirman la misma pista, transmitida desde el mismo ordenador, tiene un sonido algo distinto según el medio de transmisión.

Nosotros sospechamos que algo de eso debe de haber, porque aunque lo centralicemos todo en un único DAC, en general preferimos el sonido de un lector de CD como transporte al de una pasarela digital o un dock de iPod conectados al mismo DAC y reproduciendo la misma pista. Imaginamos que el fenómeno del jitter está detrás de estas diferencias en la percepción.

Fluctuación o jitter de una onda