Amplificadores

La función de un amplificador (integrado o de potencia) consiste en aumentar el volumen de la señal añalógica para estimular los altavoces (o los auriculares, en el caso de los amplificadores para estos últimos).

La estructura desglosada de un amplificador es, simplificando, la siguiente:

-Sección de preamplificación, que permite seleccionar las entradas, distribuir la señal hacia otras salidas, y controlar el volumen mediante un potenciómetro, generalmente en forma de rosca
-Sección de amplificación, generalmente con separación para dos canales estéreo

En algunos casos, el preamplificador y los dos amplificadores (uno por canal) son elementos separados. En este caso, hablamos de un previo y dos etapas monofónicas. Es, sin duda, la opción más cara.


Un previo y dos monofónicas



En otros casos, el equipo está formado por un aparato preamplificador y un aparato que amplifica ambos canales. Hablaremos, pues, de un previo y una etapa estereofónica. Es una opción relativamente cara.


Previo y etapa estéreo



En la mayoría de los casos, sin embargo, todos estos elementos están reunidos en una única máquina: el amplificador integrado. Se trata, desde luego, de la opción más económica.


Integrado



Cada una de estas configuraciones tiene sus defensores, que alegan argumentos de todo tipo a su favor. Los partidarios de la separación de previo y etapa la prefieren por su flexibilidad, ya que en cualquier momento puede reemplazarse uno de estos elementos. También sostienen que el rendimiento es mejor y que la calidad del sonido es más satisfactoria, ya que cada componente ha recibido una atención individual y, por ello, más escrupulosa. Los que abogan por el uso de dos etapas monofónicas, además, afirman que puede conseguirse mayor potencia (es decir, mayor control y precisión) y una absoluta separación entre los canales. Finalmente, los que se decantan por los integrados lo hacen por su comodidad, su precio, sus dimensiones más reducidas y, en muchas ocasiones, porque consideran que los elementos separados son una inversión innecesaria que no repercute en absoluto en el sonido.

Desde nuestra experiencia, es muy difícil comparar un integrado con un equipo formado por previo y etapa, ya que son escasísimos los casos en los que el mismo fabricante saque al mercado dos versiones idénticas, con idéntica circuitería y potencia, una integrada y otra desglosada. En la práctica, pues, cuando hemos comparado unas y otras, hemos acabado comparando equipos distintos, que por ende tenían un sonido también diferente.

CLASES DE AMPLIFICACIÓN

CLASE A. Es una de las preferidas por muchos audiófilos puristas. Consumen en todo momento la máxima potencia al margen de la señal, por lo que son muy ineficientes y generan mucho calor. Tienen una potencia limitada. Su sonido tiende a ser suave, dulce, impreciso y cálido. Conjunta muy bien con músical vocal, de instrumentación sencilla y de carácter intimista.

La CLASE B y la CLASE C son muy raras en audio, de modo que no las trataremos.

CLASE AB. Es la que tienen la mayoría de amplificadores que existen en el mercado. Presentan un consumo continuo de energía, pero mucho más moderado que en la clase A. El consumo (y el calor) aumenta conforme lo hacen la señal y el volumen.

CLASE D. Es altamente eficiente y apenas se calienta, pero aún le falta mucho desarrollo para alcanzar la calidad y los niveles de distorsión de la clase AB.

Algunos amplificadores pueden trabajar tanto en clase A como en AB. Normalmente, un botón en el frontal permite seleccionar la amplificación deseada. En estos casos, la potencia en clase A disminuye notablemente respecto a la segunda, al tiempo que aumenta el calentamiento de la máquina.

Los amplificadores de clase A y AB necesitan disipar el calor para evitar un sobrecalentamiento, que puede serles fatal. Para ello, muchos emplean rejillas de ventilación (que deben tener espacio alrededor y no deben cubrirse mientras el aparato esté en funcionamiento). También se emplean disipadores pasivos, que mediante una construcción en pliegues aumentan la zona en contacto con el aire exterior. Algunos amplificadores vienen en recinto cerrado (sin rejillas), por lo que usan exclusivamente este sistema y no son tan sensibles a una colocación bien aireada. Con estos puede suceder que se produzca algo de condensación en su interior por exceso de humedad o falta de uso, que suele traducirse en ruidos indeseados, pero bastará con encender (calentar) el aparato durante un rato para que esta desaparezca. En el caso de la ventilación con rejillas, su principal inconveniente es que la suciedad (polvo, grasas en suspensión...) suele introducirse en su interior. Aconsejamos en este caso tapar el aparato cuando no se utilice.


Amplificador con disipación pasiva en su carcasa



Una última distinción es la que existe entre amplificadores sólidos o a transistores (los más habituales) y amplificadores a válvulas, que emplean válvulas de vacío, se calientan más, ofrecen menor potencia y suelen ser más caros que los primeros. Como contrapartida, los aficionados a las válvulas las prefieren porque estas introducen una distorsión agradable en el sonido, que lo hace más suave, cálido, sedoso y descansado, aunque a menudo tengan que sacrificar algo de detalle y precisión. Las válvulas también pueden tratar la señal en otras etapas de su recorrido, como en la salida de un lector de CDs o en un preamplificador. En este caso, la señal puede adquirir algunas virtudes del sonido valvular, al tiempo que puede ser amplificada con un aparato a transistores o sólido.


Amplificador a válvulas



PREAMPLIFICADOR

Los más frecuentes son los activos, que se conectan a la corriente y suelen modificar (o colorear) la señal, imprimiéndole el carácter deseado a la música. La mayoría de los aparatos de este tipo están diseñados solo para este fin, pero no es raro ver en el mercado otros dispositivos (DACs, amplificadores de auriculares...) que también pueden usarse como preamplificadores, ya que cuentan con salidas RCA sometidas al potenciómetro de volumen.

Los previos pasivos, por su parte, no necesitan conectarse a la corriente. Se limitan a seleccionar las entradas y salidas mediante un conmutador, y permiten reducir el volumen mediante un atenuador pasivo. Es un diseño extremadamente simple y barato, pero en estos casos tanto el conmutador como el atenuador deben ser de la máxima calidad para no degradar la señal. Los fabricantes de atenuadores y conmutadores más valorados son ALPS y Elma, entre otros. Los defensores de esta opción la prefieren porque la señal apenas se ve afectada: virtualmente, viaja directamente de la fuente a la etapa de potencia, con un control de volumen interpuesto. Otros opinan que un previo pasivo resta carácter al sonido y puede hacer que la experiencia musical sea menos excitante.

AMPLIFICADORES INTEGRADOS

Como se ha dicho, lo incluyen todo en una única carcasa: previo y doble amplificación (una por canal). Es la opción más barata y más recomendable para los lectores de este blog. Normalmente, presentan varias entradas RCA (CD, TAPE, AUX, etc.) y otras tantas salidas a máximo volumen (salidas de línea). Hay quien sostiene que es conveniente probar a conectar la fuente en todas las entradas, pues algunas tienen un recorrido menor y pueden preservar el sonido con más integridad. Alguno de nosotros ha comprobado alguna vez que, en ciertos diseños, la entrada TAPE era la más limpia, pero todo dependerá del oyente y del modelo utilizado. Algunos aparatos, además, tienen salidas PRE OUT, que dependen del potenciómetro de volumen, por lo que la señal puede enviarse a una etapa de potencia y el aparato hacer las funciones de preamplificador, obviando la amplificación del integrado. También existen modelos que tienen salida para un subwoofer, y es frecuente que incorporen entrada de fono, para conectar el tocadiscos. Todos estos elementos corresponden a la sección de previo de un integrado.

En otros tiempos era frecuente que muchos previos e integrados incorporasen un ecualizador por frecuencias. En los últimos años, sin embargo, los fabricantes han impuesto la idea según la cual estos dispositivos interfieren negativamente en la señal, que en todo caso debe mantenerse lo más pura posible y sin manipulaciones de ningún tipo. A menudo se ha confundido la calidad con un minimalismo absurdo, ya que no está de más disponer de algunas de estas funciones, siempre que uno tenga la opción de desactivarlas si así le place. Algunos fabricantes, no obstante, suelen conservar un ecualizador de graves y otro de agudos, así como la posibilidad de anularlos y evitar que la señal siga un recorrido innecesario. También es frecuente encontrar un control de Balance para aumentar o disminuir la potencia en el canal derecho o el izquierdo. Es una función útil si el aficionado no puede colocar los altavoces de manera ideal y el sonido tiende a decantarse hacia un lado respecto al punto de escucha. Insistimos en que es recomendable que el integrado incluya estas opciones porque pueden sernos útiles en algún momento, pero también es aconsejable que puedan desactivarse si así lo deseamos. Finalmente, hay diseños que aún incluyen un botón Loudness, muy criticado por los más puristas pero que es ideal para escuchas a bajo volumen (por ejemplo, de noche), ya que potencian las frecuentas extremas (agudos y graves), que nuestro oído tiene dificultades para oír a volúmenes muy moderados.

En su sección de amplificación, el integrado se distingue por sus salidas para altavoz. Lo mínimo son cuatro bornes o conectores (rojo y negro para canal derecho, otro tanto para izquierdo). En la mayoría de modelos, los bornes del canal derecho están a la izquierda del observador, y los del izquierdo a la derecha. Muchos amplificadores, además, incluyen otra hilera de bornes para conectar otro par de altavoces. Es una opción interesante si uno quiere instalarlos en otra habitación, o si quiere dos pares de altavoces en la misma estancia para escoger unos u otros según el momento. Como es lógico, cuando el amplificador alimenta cuatro altavoces a la vez, su rendimiento disminuye drásticamente, por lo que esta opción no es recomendable. Lo ideal es utilizar o SYSTEM A o SYSTEM B, pero no ambos a la vez. En general, los bornes etiquetados como SYSTEM A ofrecen un mejor rendimiendo (mayor calidad), pues el recorrido de la señal es más corto, directo y a menudo algo más potente.


Panel trasero de un integrado


Los bornes de los equipos más modestos y menos potentes suelen ser de clip: basta con pelar el cable de altavoz y aprisionarlo mediante la pinza. Lo más frecuente, sin embargo, es que incorporen bornes, que se desenroscan para descubrir un orificio donde se introduce el cable pelado, que queda aprisionado al volver a enroscar los bornes. Si usamos espadas, se aprisionan desenroscando y enroscando los bornes. En el caso de las bananas, no es necesario desenroscar: hay que extraer la pequeña tapa circular que está en el centro del cabezal. Hay que hacerlo con cuidado para no marcarla, con la ayuda de un pequeño destornillador plano, pequeño y fino, o de la parte no cortante de un cúter. Recomendamos guardar la tapa por si más adelante prescindimos de las bananas y queremos evitar que entre polvo en el orificio.


Bornes sin tapa para insertar bananas



Algunos fabricantes diseñan sus aparatos para que no toleren espadas y, sobre todo, bananas, por motivos de seguridad (un niño podría introducir las bananas en los agujeros de una toma de pared). Hay marcas británicas que, además, emplean conectores particulares tipo BFA, que necesitan su propio adaptador.

Conector BFA

RENDIMIENTO


Existe la falsa idea de que cuanta más potencia tenga un amplificador mejor será el sonido resultante. Los fabricantes lo saben, y por ello muchos presumen en las especificaciones de sus productos de una potencia en vatios que a menudo no es del todo creíble.

Hay que aclarar, en primer lugar, que la potencia no es sinónimo de calidad de sonido. Muchos amplificadores con una potencia de 40W o 50W por canal suenan mucho mejor que otros que duplican esas cifras. Por otra parte, debemos escoger el aparato en función no de su potencia, sino de la que necesitemos. Ello dependerá tanto de la sensibilidad de nuestros altavoces como de las dimensiones de la sala o los volúmenes a los que nos gusta escuchar la música. En la mayoría de los casos, 40W o 50W son más que suficientes para un equipo normal en una sala de dimensiones razonables, a no ser que queramos enemistarnos con nuestros vecinos. La potencia sobrante nunca viene mal, pero a menudo es una potencia por la que hemos pagado y que nunca se utiliza.

En realidad, a volúmenes aceptables de escucha, un amplificador trabaja con energía de sobras, y solo en momentos muy puntuales necesitará una dosis extra de potencia para controlar bien el sonido y no distorsionar. Por ello, la potencia RMS por canal (tal como suele especificarse en las fichas técnicas) no es el dato más importante. Según hemos ido aprendido durante estos años, lo importante es el consumo total del amplificador, ya que en los momentos necesarios ahí estará su techo.

Un amplificador, por ejemplo, puede declarar una potencia de 80W+80W RMS, y tener un consumo máximo total de 200W. Eso significa que en momentos apurados controlará peor el sonido (especialmente los graves, que consumen la mayor parte de la energía), pues apenas tiene potencia sobrante. Además, de esos 200W una parte importante (quizá una cuarta o quinta parte) se pierde en otras funciones o en forma de calor. Por contra, otro amplificador que declare 50W+50W pero tenga un consumo máximo de 500W será, probablemente, más efectivo y sonará mejor cuando más necesitemos de esa energía extra puntual. Es frecuente ver pruebas de laboratorio en las que un amplificador teóricamente de 80W por canal rinde en realidad a 70W, mientras que otro que declaraba 45W rinde a 52W.

La única fórmula orientativa, pues, consiste en observar el consumo eléctrico máximo, restarle una parte que no será utilizada por los altavoces (entre un 15 y un 30%, dependiendo del diseño), y dividir el restante entre dos. No es una fórmula exacta, pero nos ha parecido más fiable y más útil porque nadie necesita todo el rato una potencia alta, pero sí un buen rendimiento en determinados picos de volumen.

Integrado con potencia RMS modesta pero rendimiento impecable en momentos exigentes